LA PELELA

Cada día estaba allí, sentada en su silla de enea con el barniz desgastado por el tiempo en las escalinatas de entrada de la plaza de abastos.
Vendía café en paquetitos de papel de estraza que ella misma hacía por 25 pesetas. A su lado una lata de café a granel con la leyenda " Lo digo yo, lo dices tú, el mejor café : Catunambú "
Con frío, calor o lluvia siempre perenne en el mismo sitio buscándose la vida honrada mente. En Verano con su bambo a cuadros y abanico en mano, en inverno con su bata de guatiné.
Todo el mundo la saludaba al pasar y se paraban con ella
- ¿Que pasa Pelela, como estas?
- Pues ya ves, aquí a ver como se da el día que mañana tengo que pagar la luz.
Día tras día durante años su vida fue así, pasar horas esperando a que alguien le comprara  para poder comer.
Eran tiempos dificiles en los se vivia al día sin saber que pasaría mañana.
Al terminar la jornada recogía su silla y su lata de café para volver a su casa a esperar un nuevo día igual que el anterior.
Vivió y murió pobre. El día de su entierro la iglesia se quedó pequeña.